A la una, en Noreña, la gente va de bar en bar refugiándose del orbayu. Es un domingo víspera de festivo. No hay mucho más que hacer que pasar el tiempo con gente y con un vaso en la mano, bien sea de sidra, de vino o de cerveza. A los asturianos no nos para en casa un día de lluvia y frío —¡hay que dir al chigre y comer un pinchín!—.
En el capitulo diez, Mario Sarriá y Olivia Marassa se encontraron en un café de Noreña. Olivia había telefoneado a Mario pidiendóle que le acompañara al puticlub.
En ese mismo café, El Viejo Almacén, en el mismo centro de Noreña, aunque ”en Noreña todo era pequeño y recogido”, y las distancias son cortas, fue en dónde quedé con Leticia Sierra y su compañero.
Llegaron segundos antes que nosotros. Lo supe porque por el ventanal del bar vi como se quitaba el abrigo. Estaba de espaldas y se ladeó. De no ladearse creo que también la hubiera reconocido.
La primera vez que vi a la escritora de Animal fue en la tele, en una entrevista en el programa ”Pieces” de la TPA. Me pareció una mujer seria. Al poco tiempo, comenzaron las presentaciones virtuales del libro —lo bueno de la pandemia— y mi percepción de Leticia Sierra cambió por completo. Desprendía sinceridad y hablaba de los orígenes que motivaron el libro sin tapujos. Cuanto más la escuchaba más cercana la notaba. No había en ella nada del postureo que muchas escritoras noveles adquieren. Leticia era y es una persona sencilla. Más tarde coincidimos en un club de lectura en Telegram. Participó activamente dando explicaciones de cada detalle de su libro e interactuó con los lectores que desmenuzaron su libro.
En una de esas tardes, le hablé en privado. No recuerdo bien de qué, pero sí que la conversación se prolongó derivando en una amena charla.
Durante mis vacaciones de verano en Asturias, no pudimos quedar para conocernos. El tiempo pasó y por fin sucedió.
En el Viejo Almacén las mesas de madera oscura ya estaban ocupadas por los parroquianos vestidos de domingo, disfrutando con amigos y conocidos. Porque en Asturias aún se conserva la tradición de “arreglarse” para salir a tomar el vermú.
Nos saludamos como viejas amigas después de un largo tiempo sin verse y con las ganas de ponerse al día de las últimas novedades. Así fue el encuentro, sin timidez, ni vergüenza. La charla fluyó. Mayer —su compañero—, siempre a su lado, escuchaba atento y con tono pausado intervenía en nuestra conversación de cuatro. Leticia, radiante, con frescura vivaracha y la transparencia de unos ojos limpios que sostienen la mirada del contertulio; con ese iris marrón profundo que expresa todo, se mostró tal como es: espontánea, alegre, parlanchina y cariñosa. Hablamos de Animal. También de otros libros, de otros escritores, de editores, de Asturias, de Mallorca, de lo divino y de lo humano.
Entre risas y anécdotas recorrimos los lugares en donde Olivia y Mario quedaban para hablar del asesinato. Me contó que los demás personajes del libro no tienen dobles reales; qué profundiza investigando cada detalle que escribe para que la ficción sea real. Y seguimos charlando y saltando de un tema a otro con familiaridad y sin protocolos.
Leticia anda liada con las correcciones de su próxima historia. Se niega a desvelarnos el argumento de su nuevo libro. El secreto aumenta mis ganas de leerlo. Logramos saber que Olivia Marassa seguirá siendo la periodista investigadora, pero Leticia guarda silencio con los labios bien apretados sin desvelarnos detalle. Percibo en sus ojos que está deseosa de que ese trabajo final se acabe y pueda hablar abiertamente de su nueva novela que se publicará el próximo año.
Miramos el reloj, en un abrir y cerrar de ojos se nos han pasado las horas y parece que fueron instantes. Es momento de ir a comer. La familia espera. Quedamos en vernos en la próxima presentación de Animal, el sábado a las doce, en la Feria del libro de Morcín.
Animal es la primera novela publicada de Leticia Sierra. Está editada por la editorial Penguin Randon House. La primera edición salió a la venta en enero de 2021. Animal ha sido traducida al griego.
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