“La veintiuno” apareció casualmente, no hace mucho, en las noticias de mi cuenta de Instagram. Por esas cosas que pasan en las redes, me llamó la atención, pedí información y al día siguiente estaba suscrita.
El primer número de la época cuarta llegó a Mallorca, desde Gijón, una mañana gris del mes de abril del segundo año de pandemia por coronavirus. El viaje duró más de lo esperado, por el deteriorado servicio de Correos. Sí, correos ya no es lo que era. Pero no quiero irme por las ramas. Y por supuesto, no quiero desanimar a nadie a suscribirse a las publicaciones culturales por el mal servicio de una empresa desnacionalizada.
Hoy escribo para hablar de “La veintiuno”. Nacida del pluralismo, en la independencia y con el fin de propiciar la intercultulturalidad y los procesos reflexivos en el ámbito del pensamiento alternativo y el desarrollo de un espíritu crítico, en el año 2010. Es una publicación dedicada a la difusión del Arte Contemporáneo y la cultura alternativa, editada en Asturias por el Colectivo Interferencias, entidad que surge en 1995 y que a lo largo de sus veintiséis años de existencia ha desarrollado un sin fin de proyectos: entre los que destacan el periódico digital ORUBA, el foro de pensadores urbanos “Debates al rojo” y el festival de creación audiovisual “Optika”.
Me sorprendió gratamente la apuesta del colectivo: la difusión de la publicación en papel, en estos años en que la apuesta es a las nuevas tecnologías en pro de la ecología (habría que cuantificar que hace más daño, si los recursos para fabricar papel y tinta o los necesarios para hacer funcionar un ordenador). La revista, parida en un formato tamaño cuartilla, muy manejable, permite una visión amplia del espíritu de la “La veintiuno”. Maquetada a tres columnas, el diseño y disposición de los contenidos facilita la lectura y la visualización de las imágenes, invitando a profundizar en el tema de cada uno de los artículos. Tal vez, y por gusto personal, sustituiría la fuente empleada por otra tipografía sin serifa, dando al texto más luminosidad y contemporaneidad.
La portada del número que tengo en mis manos, con la imagen de la fotógrafa @irenecruzfoto impacta sin que por ello dejes de leer el texto perfectamente dispuesto y con una elección de colores acorde con la imagen. En la contraportada, Interferencias, anuncia su página web y da pistas de la línea conceptual plural de sensibilidades confrontadas, a través del retrato de George Orwel y una cita de este.
Sin ningún tipo de publicidad —“Prensa libre”—esta revista con treinta y seis contenidos, sin entrar a opinar cada uno de ellos, trata de temas variados dando a conocer artistas de las artes visuales: fotografías, pintura, escultura, grabados y tendencias; además de literatura, música, artículos de opinión, entrevistas.
La Veintiuno —nos cuentan sus creadores – es un laboratorio de ideas, un contenedor plural de sensibilidades confrontadas, un punto de encuentro de pensadores urbanitas; “constructores” del sino geopolítico donde la Realidad Incorruptible debe arraigar en pro de la salubridad del Sistema.
Su directora Patricia Peláez, nos explica que “en el actual monopolio de la sociedad de la información nuestro reto es afianzar un proyecto que simbolice aquella máxima de Unamuno que defendía que “La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura. Solo la imposición de la cultura lo hará dueño de sí mismo, que es en lo que la democracia estriba”.
«La veintiuno se trata de un espacio de marcada sensibilidad grupal que conecta con la realidad que nos rodea; un inventario contemporáneo de actitudes divergentes enfrentadas a la problemática sociocultural interpuesta por el sistema. Una revolución en evolución»
La suscripción a la revista se puede hacer enviado un correo a hola@oruba.es.
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