Las ideas aparecen por casualidad en nuestras mentes, al menos en mi cabeza. No lo tenía previsto, un impulso me llevó a desviarme del camino. Pensé en el sándwich vegetal del Foam, mi favorito. No era la hora de comer, tampoco tenía hambre. Seguí caminando hacia el pasaje comercial. A un par de metros de la entrada me arrepentí de dar aquel rodeo para nada. El coche aparcado en dirección contraria y a bastante distancia. Seguí caminando, giré la esquina y vi la mesa repleta de libros. Enseguida me di cuenta, había sido el día internacional de la poesía y encima de aquella mesa estaba el tributo al día tan señalado. Entre todos los libros de poesía, uno atrajo mi atención. No era posible que una escritora y poeta asturiana estuviera expuesta en una librería del centro de Palma. El nombre de Berta Piñán estaba ante mis ojos, lo leí varias veces incrédula. Tome el libro y leí la portada despacio ““La ferida” Berta Piñan. Edición bilingüe”. Me puse tan nerviosa que no atinaba a ver lo que leía. Daba igual el idioma, daba igual la editorial, aquel libro tenía que ser mío por el simple hecho de que era una autora asturiana en Mallorca. Sin dudarlo entré en la librería para pagarlo. Ya lo tenía en mi poder, cuando me di cuenta de la adquisición. Tenía más valor de lo que inicialmente pensé. Lo de edición bilingüe se refería a que el poemario estaba en asturiano y en catalán, y no en catalán y castellano como inicialmente pensé. La editorial: El Gall. Editorial afincada en Pollença —en el otro extremo de la isla—. Me llené de emoción. Las dos lenguas de mis dos “naciones” juntas en el poemario de una grande de la literatura actual (al menos en Asturias).
Y es que la literatura local cuesta encontrarla más allá de las fronteras autonómicas, más allá de las fronteras idiomáticas, más allá de la cultura de un pueblo. Y no hablo de nacionalismos políticos, ni de intereses socioeconómicos, ni tan siquiera hablo de logística comercial. Hablo de riqueza cultural que intereses partidistas intentan, cuando menos, ensombrecer y aislar. Porque tanto derecho tenemos de conocer la cultura, las tradiciones y la lengua de un país extranjero, como de conocer las tradiciones, la cultura y la lengua de cualquiera de los territorios del país del que somos ciudadanos. Intentar omitir lo evidente es poner puertas al campo. Es necesario viajar conociendo a las gentes que habitan los pueblos, hablar con ellas y ellos, conocer sus costumbres, ver su folclore, escuchar su música y disfrutar de su gastronomía, y hasta mirar atentamente su arquitectura, para darnos cuenta de qué todos somos diferentes, con costumbres diferentes e historias diferentes. Pueden unirnos nexos en común, pero no los que nos hacen creer.
Me ha llenado de orgullo encontrar este libro publicado por El Gall Editor, porque esta edición de “La ferida” demuestra que el asturiano puede ser muy importante para alguien que poco o nada tiene que ver con el origen de la autora. Demuestra que hay quien apuesta por la realidad, sin atender a las superventas, tan de moda en estos tiempos en dónde todo se cuantifica en cifras.
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